LA NONNA

por Tiziana Minghelli

Cierro los ojos y me puedo ver de niña con mi mamá en la cocina. El inicio de mami en las artes culinarias fue algo accidentado. De muy pequeña le pidieron el favor de cocinarle pasta a su tío, pero a mami nadie le había enseñado a cocinar, así que ella tomo una olla le puso agua y pasta y la dejó cocer hasta consumir toda el agua, aquello quedo peor que un engrudo, este incidente fue el chiste de la familia por mucho tiempo. Un poco herida en su amor propio se dedicó a observar a su abuela y a sus tías. Empezó a poner en práctica lo que veía y así fue aprendiendo.

Me cuenta anécdotas de las vísperas de navidad, en donde todos sentados en la mesa de la cocina, doblaban los “tortellini per il pranzo”. Y sí, es justo alrededor de una mesa en donde se comparte junto a los seres más queridos, las ocasiones especiales y nuestros platillos más amados.

Cuando llegamos a Panamá, a finales de los años 60, no tenía 2 años siquiera, mami enfrento las primeras dificultades para adaptar nuestra tan querida cocina mediterránea, a lo que podía ofrecer en ese momento este país que nos recibió con tanto cariño. Al ir por primera vez al supermercado, buscaba la mantequilla, pero al no poder identificarla, le pregunto a un empleado, “signore dove il burro”, el joven simplemente le respondió, “Pues en el corral señora, donde más” Mi madre que no sabía que burro en español no es lo mismo que burro en italiano, terminó por llevarse a casa queso crema.

Crecí viendo a mami, hacer pasta en casa, cortando tagliatelle con su pequeña maquina manual, en donde mi hermano y yo hacíamos turnos para girar de la manivela. Aprendimos a doblar tortellini, a preparar salsas, carnes, caldos y lo que más nos encantaba hacer… pizza.

A principio de los años 70 conocimos por primera vez a Pastas Frescas, era un local muy pequeño justo en la entrada de vía Argentina, su dueño Luigui Marino, preparaba pastas tipo italiano y allí vi por primera vez una máquina eléctrica que hacia Ravioli… wao!

El Señor Marino mudó su local a vía Brasil, y poco después pone su negocio a la venta. Mis padres y sus amigos Eleta decidieron asociarse y comprar el pequeño negocio.

Mami se entregó totalmente a la empresa, fue cambiando las recetas, innovando rellenos y salsas; haciendo cada vez más larga y apetecible la lista de productos.

Este camino no fue fácil, Mami se las tuvo que ingeniar para que sus clientes se atrevieran a probar sabores y texturas diferentes, que la pasta se come al dente, que no se le pone Ketchup a los espagueti y así se fueron encariñando cada vez más con nuestra forma de comer pasta.

Carlo y yo crecimos dentro de este negocio, cooperando y aprendiendo con mami, y hoy nos sentimos super honrados de poder seguir sus paso, ella como siempre La Mamma, la Nonna, nos sigue aconsejando, dando recetas que tiene medio escondidas en su memoria.